El ex-magnate del sector minero chino, Liu Han, ha sido sentenciado por un tribunal a la pena de muerte junto con su hermano, Liu Wei, por organizar y liderar una red mafiosa dedicada, entre otras actividades delictivas, al juego ilegal, el amaño de partidas en casinos y las apuestas deportivas fraudulentas. En este caso, otras 34 personas involucradas en la red todavía se encuentran a la espera de sentencia por venta de armas, evasión fiscal y lavado de dinero.
En su veredicto, la corte declaró que Liu Han y su organización obtuvieron elevadas sumas de dinero mediante la ejecución de actividades ilegales, entre ellas, algunas directamente relacionadas con el juego, para las cuales, cometieron asesinatos y detenciones ilegales en contra de sus adversarios.
Para llevar a cabo estas actividades ilegales, la red contó con la colaboración y el encubrimiento de numerosos empleados del gobierno para poder controlar ilegalmente máquinas de juego en los casinos de Guanghan, en la provincia de Sichuan.
La empresa de Liu operaba principalmente en la provincia de Sichuan, considerada como la base del poder de Zhou durante su mandato al frente del poderoso servicio de seguridad chino.
Así pues, el acusado llegó a formar parte de la lista de millonarios de la revista Forbes, llegando a ocupar el puesto 148 de la lista de personas más ricas del mundo, gracias principalmente, a sus negocios en la minería, sin embargo, ahora se ha comprobado que este sector no era la principal fuente de ingresos del acusado sino que el juego ilegal, el amaño de partidas y las apuestas deportivas fraudulentas formaban parte de la actividad empresarial del magnate Liu Han.
Según la fiscalía, las actividades delictivas de ambos hermanos se remontan hasta el año 1993, por lo que en poco más de 20 años han conseguido amasar una fortuna de 6.000 millones de euros (40.000 millones de yuanes). La sentencia a Liu Han forma parte de una amplia ofensiva llevada a cabo por el gobierno chino contra la corrupción en las altas esferas del aparato estatal, cuyo caso más notable fue la condena a Bo Xilai, una importante figura de la política interna.