Un grupo de investigadores especialistas en el estudio del cerebro humano, pertenecientes a la Universidad de British Columbia en Canadá, han conseguido establecer, con la ayuda de unas ratas de laboratorio, que el problema de las conductas relacionadas con la adicción al juego, puede ser tratado químicamente mediante la aplicación de unos fármacos que permiten bloquear los receptores de dopamina D4.
Durante el estudio, las ratas fueron sometidas a continuas actividades similares a las tragaperras de casinos, y donde se consiguió reducir el comportamiento de éstas, el cual, era bastante similar al mostrado en una persona compulsiva y adicta al juego, demostrando de ese modo, que esta enfermedad, puede ser tratada de forma médica, mediante el consumo de fármacos.
Paul Cocker, autor principal del estudio, declaró que «todavía es necesario avanzar más, no obstante, estos reciente hallazgos proporcionan una nueva vía de investigación en el tratamiento de la adicción al juego, el cual, es un problema de salud pública en alza. Este estudio arroja un poco de luz sobre el papel relevante que juegan los procesos cerebrales en los juegos de azar y las adicciones al juego«.
Para la realización del estudio, las ratas tuvieron que jugar con bolitas de azúcar, empleando un dispositivo especial similar a una máquina tragaperras, la cual, disponía de 3 luces y 2 palancas que podían empujar con sus patas. Así pues, las ratas mostraron diversas conductas relacionadas con la adicción al juego, como por ejemplo, la tendencia a considerar las «casi pérdidas» como ganancias.
En este estudio, que tuvo una duración de 16 meses, se decidió estudiar la respuesta de un grupo de 32 ratas de laboratorio ante una serie de 3 luces intermitentes, las cuales, influían a la hora de elegir entre 2 palancas. Una combinación de luces (todas las luces iluminadas) establecía una victoria, y cero, una o dos luces iluminadas, marcaba una pérdida. Una de las palancas, la de «cash-out«, proporcionaba a la rata un premio de 10 bolitas de azúcar, en caso de que la tirada fuera ganadora, sin embargo, penalizaba con 10 segundos de tiempo sin juego cuando la tirada era perdedora. La otra palanca, la de «roll again» (tira de nuevo), permitía que las ratas pudieran realizar otra tirada sin penalización, aunque en este caso, no recibían ningún tipo de bonificación, aún en caso de que la tirada fuese ganadora.
Curiosamente, las ratas mostraron una tendencia a la elección de la palanca «cash-out» cuando dos luces («casi pérdidas«) se iluminaban, lo que sugiere que las ratas, como las personas, muestran una tendencia elevada a sufrir lo que se conoce como conato de pérdida. Al bloquear los receptores D4 con los fármacos, los investigadores fueron capaces de reducir con éxito la elección de la rata por la palanca de «cash-out» en los giros no ganadores.
Basándose en las conclusiones de una investigación anterior, el equipo de investigadores decidió centrarse en el receptor D4 de la dopamina, el cual, está directamente relacionado con una amplia gama de trastornos de la conducta, sin embargo, nunca se consiguió demostrar que su bloqueo resulta un tratamiento eficaz en el tratamiento del juego compulsivo.
No así ha ocurrido con este último estudio, donde las ratas adictas al juego y tratadas con un medicamento que permite bloquear los receptores de la dopamina D4, mostraron una reducción significativa en los comportamientos asociados con la adicción al juego. A pesar de esto, los investigadores todavía dudan de que pueda resultar un tratamiento eficaz en las conductas patológicas humanas relacionadas con el juego, aunque sí que afirman que puede abrir una nueva línea de investigación.
«Nuestro estudio es el primero en demostrar que a través del bloqueo de estos receptores, podemos ser capaces de reducir la sensación de gratificación que proporcionan las casi pérdidas, en un entorno de juego y apuestas. La casi pérdida es un signo cognitivo común considerado como un factor fundamental en el desarrollo de los problemas patológicos asociados al juego. El hecho de que las máquinas tragaperras tiendan a tener una proporción relativamente elevada de posibilidades fallidas, en comparación con otros juegos de azar, puede suponer la razón de que éstas sean una de las modalidades de juego más adictivas que existen«, concluyó Cocker.