Cómo evitar y tratar la Procesionaria del pino

La Procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es un insecto con un enorme poder defoliador, que ataca principalmente a los pinos (pino canario, silvestre y laricio), aunque también suele establecerse en abetos y cedros.

Las orugas nacen entre septiembre y octubre, por lo tanto, será durante el otoño cuando comencemos a observar los primeros síntomas de su ataque en la planta.

Síntomas de la Procesionaria del pino

Al alimentarse de la acícula de los pinos, el primer síntoma que observaremos será el secado y la caída de ésta, no obstante, el daño más importante se produce cuando la oruga ya ha crecido y comienza a alimentarse con más voracidad, hecho que se produce a finales de invierno o comienzos de la primavera.

En ejemplares adultos raramente se produce la muerte, algo que sí sucede con más frecuencia en árboles más jóvenes y débiles. En cualquier caso, la Procesionaria del pino sí que conseguirá debilitarlos lo suficiente para hacerlos vulnerables a otras plagas, como por ejemplo, la mosca sierra.

Aunque en un principio, a las orugas de la Procesionaria del pino sólo podemos localizarlas en un único ejemplar de árbol, éstas presentan una gran capacidad de propagación en el momento en que se les comience a agotar el alimento, lo que podría derivar en una plaga de consecuencias preocupantes.

Además, y debido a su efecto urticante, el hecho de que se propaguen puede provocar alergia tanto en humanos como en animales, sin necesidad de entrar en contacto directo con ella, ya que ésta arroja una especie de pelillos urticantes al aire que ocasionan irritación de piel, de los ojos y de la nariz en los humanos, e inflamación de labios, boca y cabeza en los animales.

Cómo combatir a la Procesionaria del pino

– Destruyendo los bolsones: cuando se hayan formado por completo, entre mediados de noviembre y principios de diciembre, los cortaremos y los quemaremos.

De este modo, eliminando su guarida, las orugas morirán cuando bajen las temperaturas por la noche. Además, para que no les dé tiempo a rehacer el bolsón, es mejor que los eliminemos a última hora de la tarde, cuando hayan salido para buscar alimento.

– Colocando trampas sexuales: en este caso, colocaríamos pequeñas trampas impregnadas con feromonas sexuales de hembra, de este modo, atraparíamos a los machos y evitaríamos la fecundación de este insecto.

– Aplicando inhibidores del crecimiento: además de resultar muy efectivos, son respetuosos con el medio ambiente.

Deberán aplicarse sobre las larvas, después de que hayan sido depositadas, de este modo, se evitará que estas larvas puedan reproducirse.