Crítica de la película Caperucita Roja

| Viernes 15 abril 2011 |

Crítica de la película Caperucita Roja. La nueva película de Catherine Hardwicke, célebre (muy a mi pesar), por su participación en la saga de Crepúsculo, no es otra cosa que un nuevo acercamiento a temas tan interesantes como el mamoneo adolescente, el amago de erotismo y un terror de ¡ah! qué miedo.

En definitiva, es el repertorio entero de mariconadas (perdón al que ofenda la expresión) protagonizadas por una virgen convencida del poder que emana de ella, unos vampiros que se broncean al sol y unos licántropos que se asemejan más a unos canes callejeros, necesitados de un buen lavado.

La historia pretende reinventar el cuento clásico de “Caperucita y el lobo”, y a pesar de tener una ambientación muy buena (quizás demasiado colorista, ya que debería haber sido más sombría), presenta a una joven actriz de ojos azules y a un guaperas como vampiro y ya tienen todo lo necesario para producir “algo parecido” a una película.

La directora del proyecto, Catherine Hardwicke, se empeña en convertir este tinglado, en un culebrón venezolano de los cutres y excesivos, destacando la narración de secretos familiares, de triángulos amorososromances prohibidos y demás estupideces que no hacen otra cosa que alargar la película sin necesidad, cuando podía haber sido resuelta de manera mucho más satisfactoria, centrándose en el terror del lobo.

Cabe destacar los destellos de mala directora que muestra la cinta, como por ejemplo el continuo amago que supone cada acercamiento a algo medianamente controvertido y sexual, es decir, si hay escena de cama no se ven ni los tobillos y si hay ataque de lobos, no hay ni sangre (no me j**** muchacha). Pudor y censura, asquerosamente comercial.

No podría olvidarme de mencionar, al personaje de Gary Oldman, un sacerdote experto en la caza de monstruos que deriva en un fanático integrista religioso (¿pero qué fuman los guionistas?) y que desata una caza de brujas en un pueblo al que, supuestamente, había venido a rescatar.

En fin, aun sabiendo la pérdida de tiempo que iba a suponer ver “esto”, pero hice tal esfuerzo para aquellos que me tachen de prejuicioso y me puse a verla. Lo demás, ya os lo he contado.