Cuando la Gioconda dejó de sonreír

Ayer se cumplieron 100 años de uno de los robos de arte más famosos de la historia, se produjo en el Louvre y con una de las pinturas más enigmáticas de la historia.

El 21 de agosto de 1911, Vicenzo Peruggia, un carpintero contratado para el museo y emocionado por las ideas del estafador argentino Eduardo Valfierno, decidió aquel día sustraer “La Mona Lisa” de Leonardo Da Vinci.

La idea era realizar una serie de copias y vendérselas a coleccionistas acaudalados.

El plan era sencillo y se realizó a la perfección. Peruggia se mantuvo escondido en el interior de una sala del museo durante un día entero, ya quera domingo y los lunes permanecía cerrado.

El día del robo y en el momento en que la guardia del museo no estaba presente, cogió una escalera de servicio y extrajo el lienzo de su marco, escondiéndolo debajo de la ropa y desapareciendo durante más de 2 años, tiempo en que tardó ser arrestado.

Louis Béroud, pintor asociado al museo, fue el primero en percatarse del robo, por lo que tras avisar a la policía y al director del museo, la repercusión en todo el mundo no se hizo esperar.

La policía centró su investigación en Apollinaire, un antiguo ladrón de arte y que había declarado en alguna ocasión que “quemaría el museo porque allí se encierra al arte”. Tras confirmarse su inocencia, la investigación se dirigió hacia Pablo Picasso, quien había adquirido de forma consciente o inconsciente, determinadas obras robadas, sin embargo, se comprobó que él tampoco había robado la obra.

Tras dos años sin saber nada del paradero de la obra, la detención de Peruggia y la recuperación del cuadro, se produciría cuando el carpintero decidió reunirse con Alfredo Geri y Giovanne Poggi, ambos directores de galerías de arte, a los que intentó colocar la obra por una cuantiosa cantidad de dinero.

Ambos directores, al percatarse del sello de Louvre y comprobar la autenticidad de la misma, decidieron avisar a la policía y Vicenzo Peruggia fue detenido.

De este modo, La Mona Lisa regresaría a París dos años después, siendo Peruggia condenado a una pena de prisión de 1 año y 15 días de prisión, de la que sólo cumpliría 7 meses.