Especial Crisis PSOE: Rubalcaba se negó a abandonar Ferraz para dirigir él la renovación del partido tras el 20N

Hace poco menos de un año, tras la derrota electoral más contundente de la historia del PSOE, en el seno del partido se empezaban a manejar términos como “renovación” o “refundación“, sin embargo y cómo lo escribí yo en su día, Alfredo Pérez Rubalcaba no tenía ninguna intención de abandonar su puesto, y por tanto, ser él, quien dirigiera la transición hacia un nuevo órgano dirigente.

Cuando Rubalcaba fue nombrado candidato socialista a la presidencia del Gobierno, el mensaje transmitido por el aparato del PSOE fue que “la responsabilidad del partido había recaído en él, en lugar del secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero“.

Tras los comicios del 20N y a pesar de haber perdido contundentemente las elecciones con el peor resultado electoral de la historia del partido, Rubalcaba decidía continuar como líder referente, instalado en la sede de Ferraz.

Fuentes socialistas consultadas en aquel momento, confesaron que “Rubalcaba se mantiene instalado en el despacho que se le habilitó en la cuarta planta de la sede federal, a pesar de que ya no ostenta ningún cargo oficial en la formación“.

Desde su equipo de trabajo aclaraban que “a lo que emplea su tiempo ahora, es a trabajar en el futuro del PSOE“. “Se encuentra manteniendo conversaciones con mucha gente sobre el futuro del partido“.

Ante la posibilidad de que decidiese presentarse a la secretaría general del PSOE, fuentes de su equipo más cercano señalaban que Rubalcaba todavía no había tomado una decisión definitiva.

Además, añadían que “antes de la celebración de las elecciones estaba decidido a no continuar, si el resultado no era el esperado, pero ahora, está recibiendo numerosas presiones, tanto desde arriba como desde abajo, para que lidere la transición del partido“.

Veamos ahora, que había de cierto en dichas presiones y cómo desde el sector más próximo a Rubalcaba, estaban diseñando una campaña de desprestigio contra Carme Chacón, para que ésta, no se convirtiera en una alternativa consistente y de futuro, que rivalizara con su candidato, por la secretaría general del partido.

Desde el equipo de Rubalcaba, no cesaban de insistir en que la continuidad del candidato al frente del partido, se debía exclusivamente a las presiones recibidas “para que no abandonara el barco ahora“.

Según ellos, diferentes pesos pesados como Griñán, Fernández Vara, Patxi López y Felipe González habían solicitado su permanencia en el cargo, pero también, por parte de militantes y simpatizantes, quienes estaban llamando a Ferraz o enviando emails de apoyo, exigiendo su continuidad.

Y es que a pesar de que no tuviera la decisión tomada, su entorno pensaba que existía un 50% de posibilidades de que se atreviera a liderar el partido, aceptando así las súplicas de dirigentes y militantes.

Lo está meditando con tranquilidad y prudencia. Ahora, en su despacho, está preparando la intervención ante el Comité Federal mientras escucha música, sobre todo clásica“, comentaban.

Sin embargo y a pesar de la versión ofrecida por el entorno del candidato, la confirmación de que existía una fractura dentro del socialismo, lo demostraba el hecho de que por los pasillos de Ferraz, estaban circulando versiones y comentarios descalificatorios sobre Carme Chacón, como posible alternativa política a Rubalcaba.

Se escuchó comentar a diferentes dirigentes socialistas, que “Carme Chacón no pertenece al PSOE”, matizando a continuación que “en realidad, es militante del PSC, un partido hermano, pero no identificado con los principios del PSOE“.

Nunca en la historia del PSOE ha sucedido que un cargo orgánico del PSC, liderara el partido a nivel nacional“, añadían.

Por otro lado, fuentes próximas a Chacón confesaron que “la derrota sufrida el domingo, le ha afectado especialmente, y que se encuentra muy tocada, ya que esperaba por lo menos, que el PSC obtuviera resultados similares a los de CiU“, sin embargo, el resultado fue todavía más contundente que en Andalucía.

De este modo, añadían desde su entorno, que “se ha quedado sin argumentos políticos consistentes para poder disputar la secretaría general a Rubalcaba, debido a que el fracaso electoral en Cataluña le ha restado legitimidad, apelando únicamente al relevo generacional“.

Tras este cruce de confesiones, conozcamos ahora cómo el resultado que se obtuviera en las elecciones autonómicas andaluzas (primavera 2012), influiría directamente en el devenir de esta lucha de poder entre Rubalcaba y Chacón.

Dirigentes del PSOE, próximos al vicepresidente Manuel Chaves, habían trazado un calendario que resumía los planes de Alfredo Pérez Rubalcaba para poder perpetuarse como máximo dirigente de la formación.

Según dicho programa, en el congreso de la primera semana de febrero (2012), se elegiría un nuevo secretario general, pero sin decidir quién sería el próximo candidato a la presidencia del Gobierno.

Dicho elegido sería Rubalcaba, quien lideraría el partido durante los dos próximos años, tutelando así la transición del partido, para que a la conclusión de dicho periodo, se procediera entonces a elegir al cabeza de lista para las siguientes elecciones generales, aunque siempre, bajo la responsabilidad y vigilancia de Rubalcaba.

De este modo, en una hipotética batalla entre Rubalcaba y Chacón por la secretaría general, que en todo caso se decidiría en el congreso, desde el aparato del PSOE se venía insistiendo en la idea de que la clave de dicha confrontación, tendría lugar en Andalucía, la federación con mayor número de militantes y que por tanto, proporcionaría la representación más numerosa al cónclave de febrero (cerca del 40% de los delegados).

A pesar de que Rubalcaba contaba en aquellos momentos con el apoyo de Manuel Chaves, de José Antonio Griñán y de Gaspar Zarrías, el seno del socialismo andaluz se encontraba fracturado, debido principalmente, a la irrupción de un sector crítico “anti-Griñán” muy fuerte, presente en Málaga, Cádiz, Jaén, Huelva e incluso también en Sevilla, de modo que el control del partido todavía no estaba muy decidido.

Resulta importante destacar también, que en cualquier caso, se daba por seguro que José Blanco, ex-vicesecretario general y afectado por el “caso Campeón“, no formaría parte de la nueva cúpula del partido.

Conozcamos ahora a qué otros dirigentes socialistas se les decidió excluir de la batalla por la secretaría general del PSOE, y cómo otros históricos dirigentes, abogaban por unas elecciones primarias, que decidiesen quién debía reformar las bases del partido.

Así pues y centrando el poder de decisión en lo que se decidiese en la facción andaluza del partido, numerosos dirigentes socialistas habían sido excluidos como posibles alternativas para luchar por el liderazgo del PSOE, como por ejemplo, Tomás Gómez, quien mantenía una línea propia e independiente, y también, el incombustible José Bono, que de nuevo había comenzado a aparecer su nombre en todas las quinielas.

Dichas opciones fueron descartadas, según fuentes orgánicas del partido, debido a que ninguno de los dos dispondría de su acta de diputado en el Congreso, hecho que se consideraba condición “sine qua non” para dirigir el partido.

Dicho requisito, también excluía a Guillermo Fernández Vara y a Patxi López, quien ya había decidido auto-excluirse al comunicar que volvería a presentarse a la reelección como lehendakari del País Vasco.

Mientras tanto, las bases del partido se encontraban protagonizando un profundo debate interno, reflejado claramente en las redes sociales, en las que se exigía una revolución organizativa (se pensaba que la actual estructura ya no resultaba válida) pero también, una renovación profunda del mensaje.

Esto se debía a que dicho mensaje ya no conectaba con la ciudadanía, de modo que al calor de este pensamiento, se originaron determinadas plataformas, como “Bases en la Red“, integrada por miles de militantes y simpatizantes, que exigían un “lavado de imagen” del PSOE.

Esta organización solicitaba que hubiera primero un debate sobre las cuestiones de fondo, antes de comenzar a barajar nombres y candidatos, siendo no pocos los que incluso planteaban la posibilidad de una “refundación total” del partido, por considerar que los principios y las fórmulas propuestas en las última etapa, habían quedado obsoletos y no respondían a los nuevos tiempos.

Entre todas las peticiones reclamadas, la más destacable consistía en que la designación del secretario general se realizara mediante elecciones primarias, abiertas a todos los militantes pero también a todos los simpatizantes.

Para dicha propuesta, se basaron en lo que había sucedido en el PSF francés, donde se permitió votar a todo el que así lo deseara, con la única condición de abonar una pequeña cantidad en concepto de inscripción.

Josep Borrell, histórico dirigente, fue uno de los que más partidario se mostró en celebrar estas elecciones primarias “a la francesa“.

No obstante, un proceso de este estilo sería lo último que deseaba Rubalcaba, debido a lo incontrolable del resultado que podría obtenerse.

Veamos ahora, cómo no sólo este tipo de plataformas deseaban debatir sobre los principios establecidos en aquel momento en la formación, sino que dentro de la propia cúpula del partido, se encontraban reflexionando sobre qué errores se habían cometido para que la derecha política, hubiese obtenido su mejor resultado electoral en toda la historia de la democracia.

En reuniones al más alto nivel mantenidas entre importantes dirigentes del partido durante noviembre de 2011, se manejó (como ya hemos estado comentado) la idea de “reconstruir completamente el PSOE, de arriba a abajo“.

Varios de ellos manifestaron en privado lo siguiente: “Es lo mejor que le puede ocurrir al partido, y es que además es el momento más propicio, tras una dura derrota electoral como la del 20-N“.

Conozcamos a continuación algunas de las opiniones que transmitieron determinados altos dirigentes de la cúpula del partido, en presencia de Zapatero y de Rubalcaba.

-El PSOE ha perdido de sus siglas la palabra obrero. Tras las medidas adoptadas por el Gobierno de Zapatero, los socialistas consideraron lógico que la ciudadanía decidiese retirarles su apoyo. “El problema radica en que los trabajadores han perdido su identificación con el partido“, hecho que consideran fundamental y que deben recuperar de manera urgente.

-No conectan con la sociedad. “Tras una dura campaña electoral, únicamente se primó la pedagogía y el afán por aclarar a los votantes sus propuestas, mientras que el PP se centró en vender humo, en vender ilusión“. El PSOE se percató de que dichos esfuerzos, no sirvieron para nada.

-Problema estructural. Determinados dirigentes manifestaron abiertamente, que “el PSOE se ha convertido en un partido en el que el aparato se ha hecho con un excesivo poder de decisión, perjudicando gravemente, la participación activa de la militancia“.

-No es un problema de liderazgo. En el año 2000, el PSOE presentaba un déficit severo de liderazgo, el cual, se pudo solucionar con la llegada de Zapatero. “Ahora, el partido presenta graves deficiencias estructurales, las cuales, no se pueden solucionar exclusivamente, con un cambio de secretario general“.

Algunos más osados, comentaron la posibilidad de que “en el PSOE, debía producirse una refundación completa al estilo de la que realizó Alianza Popular en el 89, la cual, dio lugar al actual Partido Popular, y que en apenas cuatro años, estuvo cerca de quitarle el poder al entonces todopoderoso Felipe González“.

A la vista de todo lo anteriormente escrito, podemos comprobar cómo lo que escribí hace un año, se fue cumpliendo hasta llegar a la situación actual, donde la guerra Chacón-Rubalcaba sigue activa y donde Rubalcaba, pese a las promesas de mantenerse únicamente para liderar la renovación del PSOE, tiene decidido ser el candidato socialista a las próximas elecciones generales de 2015 (o quizás antes….).