Las obsesiones de Mourinho con el FC Barcelona

La noche del 17 de abril, coincidiendo con el enfrentamiento en Liga, entre Real Madrid y FC Barcelona, supuso el inicio de las hostilidades entre los jugadores que 8 meses antes habían conquistado el mundo en Sudáfrica.

El suceso que provocó el inicio de las hostilidades, se produjo en las horas previas al enfrentamiento liguero entre ambos, cuando el técnico blanco descubrió que una cadena de televisión desvelaba la sorpresa táctica que tenía preparada para dicho enfrentamiento, la inclusión de Pepe como mediocentro.

José Mourinho, obsesionado con las filtraciones de vestuario, montó en cólera a la conclusión del encuentro, cuando los jugadores se dirigían al vestuario, allí se encontraba el entrenador portugués claramente dominado por los nervios y la indignación: “¡Sois unos traidores!”, exclamó nada más empezar. “¡Os pedí que no filtraseis la alineación y me habéis traicionado! ¡Se nota que no estáis conmigo!”.

Los jugadores incrédulos al principio, no entendían dicha actitud. El entrenador no paró de proliferar insultos, mirando a la cara a cada jugador, acusándoles de ser la plantilla más traidora de su vida, que ya no podía confiar en nadie y que hablaría con el Presidente, Florentino Pérez, para descubrir al “chivato” y ajustar cuentas con él.

Nadie dijo nada, aunque en el pensamiento de todos estaban los “apartados”, Sergio Canales y sobre todo Pedro León, mientras que el técnico seguía increpando a los asistentes, convenciéndoles de que lo mejor para el grupo era que ellos mismos descubrieran al traidor, que nunca podrían derrotar al Barça mientras en su vestuario hubiera grietas.

A partir de ese momento, los jugadores tomaron parte y se alinearon del lado de su técnico, incluso cuando acusaba a compañeros suyos en la Selección de teatreros, de comprar árbitros o incluso de dopping, exponiendo en cada declaración pública el mensaje propagandístico que les ordenaba su entrenador, hecho que provocó una gran satisfacción en el preparador portugués, que había conseguido de sus jugadores más lealtad hacia él de la que él mismo tuvo nunca hacia ellos.